miércoles, 28 de octubre de 2015

El "paisaje funerario" en el Período Arcaico



Sin duda, es degradante ordenar que se llore al muerto o no, pero debe prohibir que también se profieran lamentos y que se vocifere fuera de la casa e impedir que se lleven el cadáver en procesión en plena calle y que den gritos de dolor mientras marchan por los caminos, asimismo deben estar fuera de la ciudad antes de que amanezca.
Platón, Leyes XII  959e-960a


¿Cómo era el "paisaje funerario" en Época Arcaica? ¿Qué apariencia pudieron tener los cementerios? ¿Qué organización espacial tenían?

El Período Arcaico (c. 700-490 a. C.) comienza en el Ática a finales del siglo VIII a. C. con un claro descenso en el número de tumbas, acompañado del abandono de algunos cementerios y la aparición de nuevos tipos de tumba y ritual; además, hay cambios significativos en otros aspectos de la cultura material que pueden desvelar transformaciones en la estructura social.

Desde el Período Geométrico (c. 900-700 a. C.) los atenienses tenían una acusada tendencia a desvincular el espacio funerario del territorio de los vivos, hasta el punto de que a partir del 500 a. C. se ha especulado con la posible existencia de una ley que prohibía enterrar intramuros, salvo a los niños pequeños. También es una tendencia asumida por los griegos evitar disponer las necrópolis en zonas cultivables, debido a la escasez de terreno fértil. Este comportamiento va acompañado de la elección de lugares próximos a los caminos con el fin de facilitar el acceso al cementerio para la realización de los rituales fúnebres y, también, con el fin de que los monumentos resultaran visibles, como expresión del status social de los difuntos.

Evolución de la dispersión de las necrópolis en Atenas (MORRIS, 1987).

A lo largo de este periodo coexisten los dos grandes ritos (incineración e inhumación), predominando en Atenas la cremación, que presenta una variación frente a períodos anteriores: ahora es primaria en lugar de secundaria, es decir, el lugar donde se produce la incineración del difunto es el mismo lugar de su enterramiento. Esta modificación explica que las fosas sean de mayores dimensiones, para poder albergar la pira, y que se practiquen unos canales en el fondo para facilitar la circulación de aire y mejorar las condiciones de la combustión.

Las inhumaciones se realizan en fosa o pozos cortados en la roca, con dimensiones determinadas por el tamaño del muerto. El ajuar está normalmente colocado a los lados del cuerpo o agrupado junto a pies y cabeza, sin orden aparente. Las inhumaciones más frecuentes son las infantiles, que a veces se colocan en tinajas o dentro de dos bañeras de arcilla, una volcada sobre otra a modo de sarcófago.

Tanto sobre las tumbas de cremación como de inhumación, se solían realizar túmulos de planta circular o cuadrangular, cuyo tamaño progresivamente va aumentando, hasta llegar un momento en que representan un auténtico problema de espacio en algunos cementerios. A comienzos del siglo VI a. C. los túmulos de tierra serán progresivamente sustituidos por tumbas rectangulares con paredes verticales de adobe que se agrupan en calles, confiriendo mayor orden y un ahorro de espacio en los cementerios. Algo después, las paredes externas más visibles se levantaron en mampostería, con lo que la monumentalidad fue en aumento. Pese a todo, los elementos básicos de la tumba bajo la estructura continuaron siendo los mismos.

Elementos de una sepultura de cremación perteneciente al Período Arcaico
(KURTZ y BOARDMAN, 1971)

Por lo que respecta a los señalizadores externos, los grandes vasos dejarán paso a grandes estelas de piedra con decoración relivaria y escultórica o, incluso, excepcionalmente por estatuas humanas de bulto redondo -kouroi y korai-.

Es notable que, mientras que las estructuras visibles se enriquecen y monumentalizan, los ajuares colocados en el interior suelen ser muy modestos: una copa, un vaso de verter, y ocasionalmente un ungüentario. Las joyas y armas prácticamente desaparecen en época Arcaica. En cambio, se desarrollan los depósitos de ofrenda colocados en el exterior de la tumba y junto a ella.


Bibliografía

ETIENNE, R.; MÜLLER, CH.; PROST, F. (2000): Archéologie Historique de la Grèce Antique, Paris, pp. 153-164.

HELLMANN, M.-C. (2006): L´architecture grecque 2: Archjitecture religieuse et funéraire, Paris.

KURTZ, D. C. y BOARDMAN, J. (1971): Greek Burial Customs, London.

LUCE, J.-M (2014): "Les modes funéraires et la parole dans la Grèce de l´âge du fer ancien", Dialogues d´histoire ancienne supplément 10, pp. 37-51.

MORRIS, I. (1992): Death-ritual and social structure in classical antiquity, Cambridge

PLATÓN, Leyes XII  959e-960a.

QUESADA-SANZ, F. (1991): Muerte y ritual funerario en la Grecia antigua: una introducción a los aspectos arqueológicos. Fons Mellaria 90, pp. 39-114.

VAQUERIZO, D. (coord): Arqueología de la Muerte: Metodología y perspectivas actuales, Córdoba, pp. 39-114.

ZARZALEJOS PRIETO, M. (2010): Historia de la cultura material del mundo clásico. UNED.




Autor: Israel Jacobo Alcón García


2 comentarios:

  1. ¿La disminución de la calidad del ajuar, haciéndolo mas modesto, podría relacionarse con las leyes suntuarias que empezaron a aparecer para limitar el lujo en los funerales?.
    Muy buena entrada, el blog me gusta mucho!

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  2. En mi opinión creo que la disminución en la calidad del ajuar no está relacionado directamente con las leyes suntuarias, sino que puede estar relacionado con el cambio en la morfología de la tumba respecto al período Geométrico.

    Las primeras leyes suntuarias fueron dictadas por Solón a principios del siglo VI a. C. (Cicerón, De Legibus, II,26). Como ya hemos explicado en otras entradas del blog, estas leyes estaban destinadas a poner coto periódicamente a las costumbres de enterramiento que convertían el acto fúnebre en un acontecimiento de ostentación del poder y de la riqueza. No obstante, la repetición periódica de la legislación es prueba en sí misma de que la tendencia era a no respetarla y que la ostentación era difícil de contener.

    Esta tendencia a la ostentación del poder y de la riqueza se ve reflejada en las estructuras externas, de forma que se enriquecen y se monumentalizan: túmulos de planta circular o cuadrangular cuyo tamaño progresivamente va aumentando hasta llegar un momento en que representan un auténtico problema de espacio en algunos cementerios; grandes estelas de piedra como señalizador externo; y un gran desarrollo de los depósitos de ofrenda.

    Es sorprendente que, mientras las estructuras funerarias externas se enriquecen y monumentalizan, haciendo caso omiso a las reiterativas leyes suntuarias, los ajuares colocados en el interior suelen ser muy modestos (una copa, un vaso vertedor y ocasionalmente un ungüentario). Esto puede ser causado por el reducido espacio en el que el difunto es enterrado. Así pues, este período presenta una variación frente a períodos anteriores: ahora la incineración es primaria en lugar de secundaria y la inhumación se realiza en una fosa o pozo con dimensiones determinadas por el tamaño del muerto.

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