Como ya se ha explicado en la entrada anterior, los griegos
tenían un infierno al que denominaban Hades, entre otros nombres. Este no es
casualidad, ya que el Dios que dirigía el infierno no era otro que Hades. Era
uno de los 12 olímpicos, hermano de Zeus, Poseidón, Hera y Deméter.
Al terminar la lucha contra los Titanes, Zeus, Poseidón y Hades se repartieron el universo, siendo así los dueños del cosmos. Al último se le adjudicó el mundo subterráneo, donde se hizo cargo de las almas de aquellos que perecían en la tierra y a los que nunca permitía volver.
En la iconografía clásica a Hades se le representa como un
hombre con larga barba, cetro en mano y túnica, en algunos casos. Pero el
atributo que le diferencia de sus hermanos es el Cancerbero. Este ser
mitológico con forma de perro, tiene tres cabezas y en vez de cola, una
serpiente. Es el encargado de guardar las puertas del Hades, de manera que no
entre ningún mortal.
Aunque no era el único ser que acompañaba al Dios en su
mundo subterráneo. Caronte era el encargado de transportar en su barca las
almas a través de la laguna Estigia, la cual separaba el mundo de los vivos del
de los muertos. Pero no hacia su trabajo a cambio de nada. Requería de un pago.
Por eso a los muertos se les enterraba con una moneda, para que cuando llegaran
hasta el barquero tuvieran con qué sobornarle. Cualquiera que fuera enterrado
sin moneda, estaba condenado a vagar sin descanso.
Cuando las almas cruzaban la laguna, y atravesaban ciertos
parajes del Hades, llegaban a las puertas del Palacio de Justicia donde se les
juzgaba por los actos cometidos en vida. De este juicio se encargaban Minos,
Rhadamanthys y Aecus. Rhadamanthys juzgaba las almas orientales, Aecus las occidentales
y Minos tenía el voto decisivo. Los tres eran hijos de Zeus y habían sido reyes
o príncipes en sus vidas mortales.
Después de dar su veredicto las almas debían recorrer uno de
los 3 caminos que esperaban después.
Por último hablaremos de Perséfone, compañera de Hades en el
inframundo, hija de Zeus y Deméter (diosa de la cosecha y de la abundancia).
Hades se enamoró de Perséfone (su sobrina) y como Zeus no
permitía su enlace, la raptó. Según algunas versiones, Hades se apareció a
Perséfone un día que esta estaba recogiendo flores y la arrastro al Tártaro
donde le ofreció una granada, fruto que se le atribuye a Hades y a su reino y
que le daba derecho a quedarse con ella si lo aceptaba. Ella lo aceptó y quedó
encerrada en los infiernos.
Deméter pasó tiempo buscando a su hija, y en ese tiempo
descuidó sus deberes con el cultivo, por lo que la tierra se volvió estéril.
Para arreglar la situación, Zeus dispuso que Perséfone se quedara parte del año
en el inframundo, y que el resto del tiempo saliese a encontrarse con su madre.
De manera que Deméter cumpliera con su cometido con el cultivo. Y es de esta
manera como explican los antiguos griegos los cambios de estaciones.
El regreso de Perséfone, de Frederic Leighton
- GARCIA CUAL, C. (2007): Introducción a la mitología griega, Alianza Editorial.
- GAYTAN, C. (1995): Diccionario mitológico. Dioses, semidioses y héroes de la mitología universal, Edimat Libros.
AUTORA: IRANTZU BILBAO GARCÍA
Un pequeño apunte...La escultura de Hades con Cerbero se corresponde exactamente con una imagen de Pluton sincretizado con Serapis, ya que lleva el modius distintivo de esta divinidad. Por lo demás, un blog muy interesante y prometedor. Saludos.
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