domingo, 29 de noviembre de 2015

Necrópolis de Himera


Necrópolis de Himera

La colonia de Himera, de origen calcídico, fue fundada en el año 648 a.C., según  Diodoro Sículo, en la costa septentrional de Sicilia. La colonia ocupó más de 125 hectáreas en la llanura fértil del Río Himera, donde los espacios destinados a las necrópolis se eligieron en función de la morfología de la colonia, es decir, al Este, Oeste y Sur de la misma. Las primeras se hallan paralelas a la línea de playa, donde discurrirían las antiguas vías de comunicación de la ciudad, dejando libre los terrenos agrícolas. La necrópolis al Sur de la “Ciudad Alta” se halla a lo largo del camino natural que conectaba la colonia con el anterior de Sicilia.

Mapa de la colonia de Himera, necrópolis a Este, Oeste y Sur (VASALLO 2009).

En la necrópolis oriental, que se usó desde la fundación de la ciudad hasta la conquista púnica en el 409 a.C. y su posterior abandono, se hallan grupos de enterramientos aislados, respondiendo tal vez a razones de culto, jerarquización social o familiar. Contaba con 7-8 hectáreas de extensión y por el momento se han excavado 3.414 tumbas, las cuales estaban protegidas por unos diques que prevenían la inundación aluvial. A 100 metros de distancia se halla la necrópolis occidental,  cuya extensión alcanzaba 5 hectáreas y se alargaba paralela al mar por 700 metros, y cuenta por el momento con 2.186 tumbas estudiadas. Las diferentes tumbas se distribuyen de forma desordenada en  las necrópolis, con una frecuencia de 1 tumba cada 2m2, y la naturaleza arenosa del suelo no ha permitido definir su organización en el espacio o las calles internas.

Necrópolis occidental excavada en 2008, en la que se aprecian los distintos tipos de tumbas (VASALLO 2009).

Las tumbas en general son individuales, salvo casos especiales, como el de las fosas comunes o varios enterramientos de niños dentro de pithoi o el de una pareja en una tumba “a la capuchina”, en la que se urden en un abrazo. Durante la vida de la necrópolis coexisten inhumaciones (90 % del total de las tumbas) y cremaciones (10%), de las cuales prevalecen las incineraciones primarias (90%). Las inhumaciones se dan mayoritariamente en enchytrismos, en fosa, en tumbas en forma de casa, en sarcófagos de terracota o en tumbas  “a la capuchina” en la que los cadáveres fueron enterrados de cúbito supino y las cubiertas estaban formadas por tejas. Algo a destacar son los sarcófagos construidos con ladrillos sin cocer y cubiertos por una capa de yeso blanco, algo inédito en Sicilia en el Período Arcaico.


 Sarcófago de ladrillos y tumba “a la capuchina” (VASALLO 2010).

Al menos una tercera parte de los enterramientos son tumbas de niños, donde se encuentran pequeños biberones, y menos común son los enterramientos de animales, si bien hallamos en la necrópolis occidental 9 caballos y 1 perro, animales vinculados a las fosas comunes donde se enterraron a los muertos de la Batalla de Himera del año 480 a.C.  En esta batalla se enfrentaron la coalición de Siracusa, liderada por Gelón, y Agrigento,  dirigida por el tirano Terón, contra el ejército cartaginés de Amílcar Magón, que supuso la derrota de los cartagineses. Es por esta razón que se crearon grandes tumbas colectivas destinadas a los muertos en batalla, en concreto varones de entre los 18 y 20 años de edad. Estas fosas están orientadas en sentido Norte-Sur, son anchas, con una media de 2 metros, si bien algunas llegan a los 10 metros de largo. Los cuerpos de los combatientes eran colocados en dirección Este-Oeste, con el cráneo al Este, manteniendo cierto orden a pesar de la rapidez con la que se debieron enterrar, pues  así se les dotaba de cierto prestigio. 

Fosa común de la necrópolis oriental en la que se aprecia la distribución de los cadáveres y la tumba de un caballo (VASALLO 2012).

En estas fosas hay presencia de armas, como lanzas, flechas y cuchillos, incrustadas en los esqueletos, y aparte contaban con monedas de bronce. Estas monedas suponían el ajuar de muchas tumbas, y en muchos casos nos habla de las buenas relaciones que mantenía la colonia con las colonias itálicas, pues se halló un tesoro exclusivamente formado por monedas de Poseidón, lo cual nos habla de que la propietaria de dicho ajuar fue a vivir a Himera.  En otros casos hallamos anillos de hierro en los tobillos de algunos esclavos, de los cuales hasta el momento se han hallado tres tumbas.
                               


Necrópolis oriental, sepultura de un esclavo varón con anillos de hierro en los tobillos (VASALLO 2010).



Bibliografía
VASALLO, Stefano. “Himera. Indagini nelle necropoli”, Paestum (2009), pp. 233- 260.
_ “Himera alla luce delle receni indagini nella città bassa e nelle necropoli”, Mare Internum (2010), pp. 45-56.
_”La sepolture dei bambini nelle necropoli di Himera”, La presenza dei bambini nelle religioni del Mediterraneo antico (2014), pp. 257- 289.
VASALLO, Stefano y VALENTINO, Matteo. “Scavi nella necropoli occidentale di Himera, il paesaggio e le tipologie funerarie”, Sicilia occidentale. Studi, rassegne, ricerche, Vol. II (2012), pp. 49-58.

VASALLO, Stefano y TARDO, Valeria. La colonia di Himera. La cerámica- le necropoli. Palermo, Biblioteca centrale della Regione siciliana, 2004, pp. 52-63.

Ximena Bolaños López.

viernes, 27 de noviembre de 2015

El Naiskos de Sime



Introducción

El naiskos es un pequeño templo o templete de orden clásico con columnas o pilares y frontón. La palabra naiskos proviene del griego ναΐσκος, que signigica "templete", y proviene del diminutivo de ναός que quiere decir "templo". Es utilizado frecuentemente como motivo artístico en el arte antiguo, encontrándose en la arquitectura clásica, particularmente en la arquitectura funeraria de la Grecia Antigua. El naiskos, por tanto, se generaliza en relieves de tumbas o en pequeños santuarios como los documentados en el Cerámico de Atenas. No obstante, en menor medida, se han documentado naiskoi representados en lutróforos y en lekithos, además de existir en forma de figuritas o realizados en terracota.

Imagen 01. Crátera de volutas de Apulia de figuras rojas, del ca. 340 a. C.

Imagen 02. Lutróforo de Apulia de figuras rojas, del 340 - 320 a. C.


Naiskos de Sime

El Naiskos de Sime tiene un buen estado de conservación. Aunque se encuentra conservado en una sola pieza, presenta pequeños golpes en la parte superior del frontón y en las akroterias. La parte inferior conserva el acabado final de la pieza, presentando un aspecto más tosco y menos cuidado. En la actualidad la pieza tiene un color marrón-amarillento, debido al paso del tiempo y, fundamentalmente, a la erosión. El mármol en el que se realizó el Naiskos de Sime es de color blanco, rico en mica, por lo que probablemente tenga un origen Pentélico. Tiene unas medidas de 132,10 centímetros de altura, una anchura de 73,70 centímetros y una profundidad de 17,10 centímetros. Es de origen desconocido y está fechado en torno al año 320 a. C.

El Naiskos de Sime está formado por un frontón tringualar apoyado sobre un arquitrabe y antas. El frontón está adornado con tres akroterias, una central y dos laterales; con el frontón levemente ahuecado. El nombre de la mujer que está sentada en la escena está tallado bajo el arquitrave, en el lateral izquierdo: ∑IMH ("Sime").

Sime está sentada a la izquierda de la composición, en una gran silla cubierta por una pieza de tela, que se suporpone parcialmente al anta. Sus pies, aparentemente descalzos, descansan en un reposapies. Sime lleva un vestido con una capa que cubre parcialmente la parte posterior de su cabeza. Su pelo, ligeramente ondulado, tiene la ralla en el centro y recogido en un moño. Tiene apoyada la mano izquierda en su regazo, mientras que la mano derecha está extendida para estrechar la mano de un hombre con barba colocado a la derecha de la composición.

Este hombre presenta una toga con el brazo derecho, hombro y pecho al descubierto. Tiene la mano izquierda a la altura del cinturón, mientras que la mancho derecha la tiende hacia Sime. Presenta barba, bigote y pelo de la cabeza rizados. Su cuerpo está superpuesto al anta de la derecha y la parte posterior de su pie izquierdo está colocado en la parte inferior de la pieza de mármol. Parece llevar un tipo de sandalias muy características realizadas con piel de cabra que se han documentado en otras tumbas del siglo IV a. C.

Detrás de Sime se encuentra un joven imberbe con pelo rizado corto, con la cara mirando frontalmente hacia el espectador. Bajo la silla de Sime se puede apreciar el pie derecho de este muchacho y, aunque los dedos del pie no están definidos, la suela de su zapato está perfectamente tallada.

Detrás de Sime se encuentra una mujer a la derecha de la representación. Lleva un vestido con manto. Su cabello está dividido en el centro y sujetado con un moño sobre su cabeza. Tiene la palma de la mancho derecha abierta y extendida hacia la barba del hombre mayor, procurando un gesto de simpatía.

Imagen 03. Naiskos de Sime con los miembros de su familia.

Imagen 05. Detalle de la inscripción documentada en el Naiskos de Sime, bajo el arquitrave del frontón.

No hay duda que Sime es la persona fallecida que se representa en este monumento, siendo el único nombre descrito en el arquitrabe y tallada en una escala ligeramente mayor que las otras personas. Además, está sentada en una gran silla, tratando de enfatizar la importancia de su persona respecto al resto de las figuras. Éstas posiblemente sean parte de su familia, reunidas en torno a ella.



BIBLIOGRAFÍA

AGUILAR, R. (1997): "Un día en la vida de una mujer griega", Historia 16, Madrid.

BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J. M. (1962): "Naiskos inédito de Cybeles en el Museo Arqueológico de Barcelona", Archivo Español de Arqueología 35, número 105-106, pp. 87-90.

BURNETT GROSSMAN, J. (2001): Greec Funerary Sculpture. Catalogue of the Collections al the Getty Villa. Los Ángeles - California.

CAMERON, A. y KURT, A. (1993): Images of Women in Antiquity, Londres.

CARR RIDER, B. (1965): The Greek House, Cambridge.

FLACELIÈRE, R. (1959): La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Pericles, Buenos Aires.

GONZÁLEZ SERRANO, P. (2003): "La Mujer Griega a través de la Iconografía Doméstica", AKROS Revista del Museo de Melilla, pp. 59-68.

GONZÁLEZ SERRANO, P. (2011): "Iconografía de la vida cotidiana en Grecia", Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, t. 24, pp. 331-348.

POMEROY, S. (1987): Diosas, rameras, esposas y esclavas, Madrid.

Imágenes: https://commons.wikimedia.org



Autor: Israel Jacobo Alcón García


jueves, 26 de noviembre de 2015

Láminas Órfico-Dionisíacas


Las láminas de órfico-dionisíacas son elementos epigráficos hechos de oro, de entre 8 y 4 cm de ancho y entre 3 y 1 de alto), muy importantes para conocer la religión griega, ya que son documentos muy antiguos y nos hablan de ritos y creencias que más tarde influyeron en el pensamiento de algunos filósofos como Platón. Hay que tener en cuenta que no fueron materiales que se hicieran para ser leídas, y es por ello, que el grabado -a veces en prosa, otras en verso-, se encuentra en tan mal estado de conservación, además de tener faltas ortográficas y una letra descuidada. Es por esta razón, que hay tanta problemática a la hora de estudiarlas, ya que los filólogos deben restituir el texto para poder entenderlo. Algunas veces estas láminas se hallan dobladas, cerca del pecho o dentro de la boca, aunque en ocasiones también aparecen abiertas, en la mano del difunto.

El hecho de que el material fuera oro puede ser que tenga que ver con que es duradero, perdurable, algo muy importante ya que tiene que ver con el mundo funerario y el difunto lo necesitaba para evitar elementos malignos que pudieran alcanzarle. Esto es muy interesante debido a que el plomo se utilizaba para las defixiones, por lo que es un material de destrucción y muerte.

El número de estas laminillas es muy escaso, teniendo en cuenta la gran cantidad de yacimientos que se han excavado. Esto nos puede estar hablando de que los únicos que se podían permitir tener este tipo de material era un grupo reducido de personas, cuya religión debía estar relacionada con el rito órfico (aunque hay algunos investigadores como Edmonds, que hoy en día niegan que sean órficas).

Respecto a esto, hay una discusión, hay diferentes opiniones, ya que cada experto hace una interpretación diferente. Lo que se sabe es que están relacionadas con el camino al Más Allá, haciendo referencias al muerto para encontrarlo más fácilmente, encontrándose en la mayoría de los casos diálogos. Se pueden organizar en grupos, como hizo Zunt, creando el grupo A y B: el primero de ellos sería la letanía de la pureza mientras que el B nos habla de la letanía de la sed y el sufrimiento del camino hacia el Más Allá. Por lo tanto, vemos que hay diferentes temáticas en cuanto al rito funerario, el paso al Más Allá, lo que hay que hacer para llegar a este, la llega del alma ante Perséfone, etc. Sin embargo, lo que no se conoce a ciencia cierta es que el rito al que estaban dedicadas fuera el orfismo. Hoy en día, la mayoría de los expertos están de acuerdo que muy posiblemente sean órficas, ya que encontramos evidencias de este rito desde el siglo VI a.C (Papiro de Deverni).

Otro objeto de controversia es el del narrador, debido a que la forma en que indica el camino es la imperativa, con la suficiente información como para decirle a alguien lo que tiene que hacer y lo que se va a encontrar. Es por ello que se piensa que podría haber sido Orfeo, debido a su conocimiento sobre el otro mundo y sus habilidades poéticas.

La lámina más antigua que se ha encontrado es la de Hiponio, que data del 400 a.C, hallada en Vibo Valentia (Calabria), mientras que la más reciente tiene una cronología del 260 d.C, encontrada en Roma, por lo que vemos que pertenecen a un amplio de periodo de tiempo. La mayoría de ellas datan de los siglos IV y III a.C.

Una gran cantidad de ellas se encontró en la Magna Grecia, como por ejemplo las  cinco láminas de Turios, datadas del siglo IV a.C. La primera en ser hallada fue en Petelia, en Calabria. Sin embargo, las podemos encontrar también en la zona de Tesalia, como la de Farsalo, del siglo IV a.C, en el área de Creta, Macedonia, Roma e incluso Turquía, aunque de esta última no se tiene mucha información debido a su mal estado de conservación.

Uno de los ejemplos donde podemos ver cómo guían al difunto, es en el de la lámina de Hiponio:

Esto es obra de Mnemósine. Cuando esté en trance de morirse
hacia la bien construida morada de Hades, hay a la diestra una fuente,
y cerca de ella, erguido, un albo ciprés.
Allí, al bajar, las ánimas de los muertos se refrescan.
¡A esa fuente no te allegues de cerca ni un poco!
Pero más adelante hallarás, de la laguna de Mnemósine
agua que fluye fresca. Y a su orilla hay unos guardianes.
Ellos te preguntarán, con sagaz discernimiento,
por qué investigas las tinieblas del Hades sombrío.
Di: “Hijo de Tierra soy y de Cielo estrellado;
de sed estoy seco y me muero. Dadme, pues, enseguida,
a beber agua fresca de la laguna de Mnemósine”.
Y de cierto que consultarán con la reina subterránea,
y te darán a beber de la laguna de Mnemósine.
Así que, una vez que hayas bebido, también tú te irás por la sagrada vía,
por la que los demás iniciados y bacos avanzan, gloriosos.


Lámina de Hiponio (400 a.C). Museo Archeologico Statale di Vibo.

Los dioses a los que se invocan son fundamentalmente Dioniso y Perséfone, aunque también se encuentran menciones a Eucles y Eubúleo, lo que produce problemas para discernir a quién se refiere, ya que en el caso del primero puede ser Hades, mientras que el segundo puede estar relacionado con Dioniso o Zeus. Lo más interesante es que en  ninguna de ellas se nombra a Thánatos, Hypnos, Hermes o Caronte, los cuales son comunes en el tema funerario debido a su función psicopompa.

BIBLIOGRAFÍA

Bernabé, A., y Jiménez, A.I., Instrucciones para el más allá. Las laminillas órficas de oro. Ediciones Clásicas, Madrid, 2001.

Burket, W., “Orphism and Bacchic mysteries. New evidence and old problems of interpretation”, The center for Hermeneutical Studies, Colloquy 28, 1977, 1-47.

Diez de Velasco, F., Los caminos de la muerte. Religión, rito e imágenes del paso al más allá en la Grecia antigua. Trotta, Madrid, 1995.

Edmonds, R., “Tearing apart the Zagreus Myth: A few disparaging remarks on Orphism and original sin”, CIAnt, 18, 1999, 35-73.

Garland, R., The Greek way of death. Ducworth, Londres, 1985.

Martín Hernández, R., “Tipología de los documentos de oro hallados en tumbas. Las laminillas órficas y su relación con otros textos mágicos”,  en Edición de textos mágicos de la Antigüedad a la Edad Media, CSIC, Madrid, 2010, 61-77.

ZUNTZ, G., Persephone. Three Essays on Religion and Thought in Magna Graecia, Oxford University Press,  Oxford, 1971.

WEBGRAFÍA



AUTORA: MARÍA ISABEL MENCHERO HERNÁNDEZ 



lunes, 23 de noviembre de 2015

La influencia griega



Recientemente, en la entrada sobre la Tumba de Filipo II, un seguidor nos ha preguntado por las creencias sobre la muerte en la periferia del mundo griego: ¿compartían las mismas creencias o, por el contrario, desarrollaban únicamente ideas autóctonas?.

En esta época, a finales del Período Clásico e inicios del Helenístico, la influencia griega era tal sobre su periferia, que hoy en día encontramos varios ejemplos arqueológicos que nos hablan de órdenes clásicos y de elementos de inspiración puramente helénica en corrientes autóctonas. Es decir, en este momento convergen las corrientes autóctonas y helenísticas en una sola dirección, aunando características de ambos modelos.

En Asía Menor se conocen en tiempos helenísticos tumbas con la fachada inspirada en los templos o en las grandes mansiones. La idea que subyace en estas grandes construcciones era valorar y heroizar al individuo de alto rango a través de una tumba imponente. En este sentido, por ejemplo, destaca el inacabado mausoleo de Bélevi (290-280 a. C.).


Imagen 01. Mausoleo inacabado de Bélevi (actual Turquía).

En Alejandría se han documentado cámaras hipogeicas dispuestas alrededor de un peristilo y provistas de nichos para ubicar sarcófagos. En este modelo, tal y como habíamos comentado anteriormente, convergen las corrientes autóctonas, a las que se suman los conceptos ornamentales griegos, reflejados en el empleo de los órdenes clásicos y de cornisas de inspiración puramente helénica, así como en una asimilación del esquema de la casa griega que se convierte en este contexto en una auténtica "casa de los muertos".

En un punto más alejado de la geografía griega igualmente tenemos ejemplos de esta influencia helénica, aunque la cronología es más tardía (siglos II - I a. C.). Es el caso de la ciudad de Petra, en la actual Jordania, que absorbe elementos característicos del mundo griego y los comparte con elementos autóctonos del pueblo nabateo. Tumbas como El Tesoro o El Monasterio reflejan claramente influencias griegas en las construcciones de sus elementos funerarios: columnas, frontón, friso, tímpano, etcétera.


Imagen 02. El Tesoro (Petra - Jordania).



BIBLIOGRAFÍA

GÓMEZ ESPELOSÍN, F. J. (2004): Introducción a la Grecia Antigua, Madrid, Alianza Editorial.

QUESADA-SANZ, F. (1991): "Muerte y ritual funerario en la Grecia antigua: una introducción a los aspectos arqueológicos". Fons Mellaria 90, pp. 39-114.

VAQUERIZO, D. (coord): Arqueología de la Muerte: Metodología y perspectivas actuales, Córdoba, pp. 39-114.

WHITLEY, J. (2001): The Archaeology of Ancient Greece, Cambridge.

ZARZALEJOS PRIETO, M. (2010): Historia de la cultura material del mundo clásico. UNED.

Imágen 01: http://www.oeaw.ac.at/antike/index.php?id=30
Imágen 02: http://www. http://visitpetra.jo


Autor: Israel Jacobo Alcón García




sábado, 21 de noviembre de 2015

Eidolon

Eidolon

En Grecia existe la creencia de que durante el tránsito de los muertos al Hades éstos van perdiendo sus atributos personales e incluso su género y se convierten en sombras aladas o eidola, representadas con el símil de los murciélagos por Homero.  εἴδωλον significa sombra pero hace también referencia al doble del difunto y al propio muerto, así como a la imagen reflejada en un espejo o imágenes mentales.
Las eidola kamónton, las imágenes de los muertos, se intentan recordar mediante retratos en cera, representaciones de animales alados, sirenas o esfinges. No obstante la representación clásica de los eidola consiste en mostrar la imagen o sombra del difunto lo más parecida a esta persona en vida, aunque por otra parte el eidolon puede aparecer alado con mayor esquematismo, ya que la muerte implica la pérdida de identidad. Suele aparecer de forma paralela al difunto, tal y como era en vida, y su alma (psyché), pesados en una balanza por una divinidad.


Joven y eidolon siendo pesados en una balanza por una divinidad. Vaso de Jena. Ilustración de DÍEZ DE VELASCO.

Píndaro: “el eidolon duerme mientras los miembros están en movimiento, pero a menudo, en sueños, revela el porvenir al que duerme”. El eidolon es el doble que vela y actúa mientras el vivo duerme, y viceversa. Se convierte así en genio protector, como ocurre en el mundo romano con los dioses lares y manes. La representación de los eidola implica el proceso final del tránsito al más allá, para la tranquilidad de los familiares del difunto, ya que se aseguran que el difunto, al perder toda facultad  humana, como el entendimiento, la voluntad y la sensibilidad, no puede dañar a los vivos. Esto se evidencia en muchos casos con la representación de los eidola en forma de insectos, pues ya han perdido toda apariencia humana.



Lekythos ático de fondo blanco (440 a.C.), con representación del difunto en vida a la izquierda y muerto a la derecha, sobre el que se halla un eidolon en forma de insecto. Metropolitan Museum of Art.

BIBLIOGRAFÍA
DÍEZ DE VELASCO, Francisco. Los caminos de la muerte: religión, rito e iconografía del paso al más allá en la Grecia antigua. España, Trotta, 1995, pp.71.77.
CANNATÁ FERA, M. Pindarus. Threnorum fragmenta. Roma, Edizioni dell’Ateneo, 1990, pp. 190 y ss.
MÍGUEZ BARCIELA. Aida. “AIÓN, KHRÓNOS, ZEITLICHKEIT. ¿Qué tiempo originario?”, Thémata XLI (2009), pp. 224-238.
MORÍN, Egdar. El hombre y la muerte. Numancia, Kairós, 2007, pp. 142-149.
TANNER, Jeremy. The Invention of Art History in Ancient Greece: Religion, Society and Artistic Rationalistion. Cambridge, Cambridge University, 2005.
RUTTER, N. K, SPARKES, B. A. World and Image in Ancient Greece. Edimburgo, Leventies Studies, 2000, pp. 140-178.


Ximena Bolaños López

lunes, 16 de noviembre de 2015

Túmulo de Vergina: la Tumba de Filipo II



"Todo está intacto", exclamó Manolis Andronikos en noviembre de 1977 al contemplar el interior de la cámara funeraria en la que acababa de introducirse. Su voz resonó en las excavaciones del túmulo de Vergina, llegando como un eco hasta sus colaboradores que, temerosos y expectantes, habían quedado arriba, mientras el profesor descendía por una escalerilla de cuerda a través del pequeño boquete abierto en la bóveda de la construcción funeraria (BLÁZQUEZ, 1978).

Durante el período Helenístico, fuera de Atenas, el panorama es muy distinto a lo comentado hasta ahora en las anteriores entradas de este blog. En Grecia del Este se encuentran tumbas de una gran monumentalidad, en las que se funden elementos orientales y propiamente griegos. En esta región abundan las tumbas de cámara, las fachadas con tratamiento arquitectónico y sobre todo, los grandes mausoleos. En lugares de la periferia, como Macedonia, se suman también al ambiente de la monumentalidad de la arquitectura funeraria y del lujo imperante en el final del mundo clásico y el arranque del Helenismo. Destaca en este sentido, una serie de sepulturas hipogeicas cubiertas con bóveda, precedidas por un dromos (avenida procesional) y por una antecámara y cubiertas por un túmulo. Las más famosas se conocen con el nombre de "Tumbas Reales" y fueron encontradas en el Gran Túmulo de Vergina, donde con bastante probabilidad reposaron los cuerpos de Filipo II de Macedonia y algunos miembros de su familia.

El túmulo cubre cuatro tumbas, tres de ellas de la modalidad de cámara y una de cista. Pese a las discusiones de más de una década, hoy en día numerosos autores no dudan que el ocupante de una de estas monumentales cámaras fue el padre de Alejandro Magno. Al menos, esto es lo que puede deducirse de los análisis antropológicos que ponen en evidencia que el cráneo hallado en la cámara principal tenía una herida en el ojo derecho. Filipo II había perdido ese ojo en el sitio de Methona en el año 354 a. C. Esta identificación es muy importante, ya que proporciona la fecha del 336 a. C. para la tumba, la decoración y todos los objetos hallados en su interior.

La tumba de Filipo II presenta una fachada dórica con un friso decorado con pinturas que representan una cacería. La tumba comprende dos sepulturas: en la cámara principal se encontraba el Rey y en el vestíbulo su esposa. Sus restos se depositaron en dos larnakes (sarcófago de pequeño tamaño) de oro dentro de un sarcófago de piedra. Los objetos se dispusieron en el suelo, ordenados sobre el lecho (espada y puñal) o sobre una mesa.











Imagen 01. Restitución de la tumba de Filipo II de Macedonia.
Imagen 02. Imagen de la entrada de la tumba de Filipo II de Macedonia.

A la hora de reconstruir el ritual funerario, no se tienen muchos indicadores arqueológicos que se refieran al momento anterior a la cremación de los cuerpos. No obstante, la presencia de utensilios de baño, hace pensar que se procedió al lavado purificador de los cuerpos. También es posible que un cortejo acompañara a los muertos hasta la pira transportando solemnemente los objetos hasta depositarlos en el lugar donde se han hallado.

Aunque no se ha identificado el lugar exacto donde se ubicó la pira, sí se han encontrado algunos vestigios quemados encima de la cámara abovedada. Se trata de un montón de ladrillos que debieron corresponder al zócalo de la hoguera, así como restos de objetos que fueron quemados con los cuerpos: espadas, puntas de lanza, piezas de enganche de caballos, elementos decorativos realizados en marfil y algunas hojitas de roble en oro pertenecientes a la corona que se encontró depositada en el larnax junto con los restos. Según esto, el Rey fue transportado sobre una camilla que soportaría un lecho decorado con marfil. Su cabeza iría ceñida por la corona de roble en oro, que le fue retirada antes de que las llamas consumieran el cuerpo, para ser depositada con los restos en el larnax. Las piezas de ataviado de caballos hacen pensar que los animales fueron sacrificados como en los funerales de Patroclo.












Imagen 03. Corona regia compuesta por 313 hojas y 68 bellotas de oro. Símbolo de Zeus,esta corona, que presentaba signos de haber sido quemada, se halló dentro del larnax del Rey.
Imagen 04. Larnax de oro que contenía los huesos calcinados del difunto Rey Filipo II.


Vídeo: Descubierta la tumba de Filipo II de Macedonia.


BIBLIOGRAFÍA

BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J. M. (1978): "La tumba de Filipo II de Macedonia", Historia 16 nº 26, pp. 138-143.

D´AGOSTINO, B (1996): "La necropoli e i rituali della morte", en S. Settis (ed.): I Greci, vol. 2, Torino, pp. 345-470.

GÓMEZ ESPELOSÍN, F. J. (2004): Introducción a la Grecia Antigua, Madrid, Alianza Editorial.

MOLINA MARÍN, A. I. (2007): "La Tumba de Vergina: ¿Filipo II o Filipo III?", Panta Rei II, 2ª época, pp. 77-92.

MORRIS, I. (1992): Death-ritual and social structure in classical antiquity, Cambridge.

QUESADA-SANZ, F. (1991): "Muerte y ritual funerario en la Grecia antigua: una introducción a los aspectos arqueológicos". Fons Mellaria 90, pp. 39-114.

VAQUERIZO, D. (coord): Arqueología de la Muerte: Metodología y perspectivas actuales, Córdoba, pp. 39-114.

WHITLEY, J. (2001): The Archaeology of Ancient Greece, Cambridge.

ZARZALEJOS PRIETO, M. (2010): Historia de la cultura material del mundo clásico. UNED.

Imágen 01: http://portalclasico.com/
Imágen 02: http://portalclasico.com/
Imágen 03: http://www.nationalgeographic.com.es/
Imágen 04: http://www.commons.wikimedia.org



Autor: Israel Jacobo Alcón García



Introducción al Periodo Helenístico


El periodo helenístico (323 a.C-146 a.C) se caracteriza en el mundo funerario por el aumento de la inhumación en ataúdes de madera y tumbas hechas de teja. Sin embargo, la cremación seguía manteniéndose como ritual, aunque en menor medida. Este cambio tiene su antecedente en la legislación de Demetrio de Falero (317 o 307 a.C), por la cual no habría monumentalización funeraria como había ocurrido en el periodo clásico, y prohibió la fabricación de estelas funerarias.

En el siglo II a.C, vemos que la prohibición de las estelas se deja de lado, porque comenzarán a aparecer de nuevo producciones de estos elementos, como por ejemplo la Estela de Nike, hija de Dositheos de Thasos, encontrada en Tenos.



Estela de Nike (Primera mitad del siglo II a.C). Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

Contamos con ejemplos de estelas en la Magna Grecia que datan del siglo IV a.C, como la siguiente, donde aparece una figura masculina desnuda, posiblemente representando a un héroe. Está ofreciéndole una granada a la serpiente que aparece en el extremo inferior izquierdo, símbolo característico del mundo funerario.



Museo de Taranto. 

Por otro lado, los monumentos funerarios volverán a construirse con gran ostentación, como ocurrirá en Asia Menor con la construcción del Mausoleo de Halicarnaso, el cual tendrá mucha influencia en otros mausoleos. Los mausoleos serán ahora el elemento característico del mundo funerario griego, debido a ese gran auge de la inhumación. También es importante mencionar la introducción de los naiskos, en los cuales profundaremos más en otro entrada.  

En cuanto a los ajuares, los lékythos serán sustituidos por ungüentarios de menor calidad que éstos. Sin embargo, vemos en algunos ejemplos como en la necrópolis de Tarento, que los ajuares serán muy ricos, por los objetos de oro encontrados, junto a las terracotas votivas.

Diadema de oro encontrada en la Tumba del Oro, en Canosa, Bari. Museo de Taranto. 

BIBLIOGRAFÍA

Garland, R., The Greek way of death. Ducworth, Londres, 1985.

Gómez Espelosín, F.J., Historia de Grecia Antigua. Akal, Madrid, 2001.

Hernández Martínez, M., “La presencia del culto a Apolo Jacinto en Tarento”, Gerión, 22, nº 1, 2004, pp. 81-99.

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WEBGRAFÍA



AUTORA: MARÍA ISABEL MENCHERO HERNÁNDEZ